Día de los Fieles Difuntos — Reflexión, Nostalgia, Respeto y Gratitud
Mi agradecimiento, queridos padres, abuelos y demás antepasados por haber tejido mi camino, inmenso agradecimiento por la inmensidad de sus sueños que, de alguna manera, ahora son mi realidad.
A partir de este momento, y con mucho amor, doy a luz la tristeza que hubo en las generaciones pasadas, doy a luz la ira, las salidas prematuras, los nombres tácitos, los destinos trágicos.
Doy luz a la flecha que cortó caminos y nos facilitó la acera.
Doy a luz la alegría, las historias que se repiten una y otra vez.
Doy a luz a los secretos tácitos y familiares.
Saco a la luz las historias de violencia y ruptura entre parejas, padres e hijos y entre hermanos y que sea el momento y el amor los que vuelvan a unir.
Doy a luz a todos los recuerdos de limitación y pobreza, todas las creencias negativas y disruptivas que impregnan mi sistema familiar.
Aquí y ahora siembro nueva esperanza, alegría, unidad, prosperidad, entrega, equilibrio, audacia, fe, fuerza, superación, amor, amor y amor.
Que todas las generaciones pasadas y futuras estén ahora, en este momento cubiertas con un arco iris de luces que sanan y restauran el cuerpo, el alma y todas las relaciones.
Que la fuerza y la bendición de cada generación siempre alcance e inunde a la próxima generación.
Que así sea. ¡Así es!
Bert Hellinger
Cuando era niña, imaginaba que existían dos tipos de mundos: el que habitamos, nuestra querida y amada Tierra, y aquel donde residen las personas que “necesitan irse”. Años después, al estudiar la Espiritualidad, adquirí conocimiento y encontré respuestas más claras sobre este tema.
Desde el principio, sabemos que será así: nacemos, crecemos y, en el momento adecuado, partimos. Pero, con el paso del tiempo, olvidamos esta verdad y nos resistimos a aceptar la naturalidad divina, dejando que el dolor de la pérdida domine nuestros corazones.
Estamos aquí solo de paso. Después de aprender las lecciones necesarias, es momento de seguir hacia otro plano de Evolución. Nadie se va demasiado temprano ni demasiado tarde; partimos en el momento justo. Todo tiene su tiempo, y nos corresponde a nosotros comprender la voluntad de Dios.
Estamos aquí para aprender, enseñar y evolucionar. Dios no desea nuestro sufrimiento; Él quiere que nos volvamos más fuertes. Padres, hijos, nietos, amigos… una persona querida nunca será olvidada, así como tampoco te olvidará.
Cuando la nostalgia apriete, toma esa foto favorita y mírala, recordando los momentos felices al lado de esa persona. Aquellos a quienes amamos nunca mueren mientras los mantengamos vivos en nuestros corazones y en nuestros mejores recuerdos. Cuando la nostalgia apriete, mira al cielo y di con todo el corazón: ¡TE AMARÉ POR SIEMPRE! Y recuerda: Las personas que amamos no mueren; solo parten antes que nosotros.
Mensaje dedicado a mi abuela Assunta y mi abuelo Orlando, mi eterna gratitud por todos los momentos y enseñanzas.