El coaching y el árbol de la vida

“… el deseo cumplido es el Árbol de la Vida”. Proverbios 13:12

Arriba, un proverbio que ilustra la importancia de seguir objetivos y cumplirlos llena nuestro Árbol de la Vida. Utilizo la analogía de un árbol en mis sesiones de coaching. El árbol representa el ciclo de la vida. Las raíces profundas están conectadas a la tierra, en medio de los vientos y tormentas permanecen firmes. Aquí tenemos la armonía de lo mental, lo físico y lo espiritual. Como los seres humanos, los árboles crecen, crecen sus raíces, producen nuevas ramas, dan fruto. Es nuestro símbolo de coaching porque representa lo que lograremos. Es la madre naturaleza favoreciendo nuestra creatividad y cambio.
Las etapas y procesos de este modelo de capacitación consisten en:

Fase 1 — Brote

Proporcionar el mejor ambiente posible para el cambio es una de las funciones y responsabilidades del coaching. Es la oportunidad para que el cliente (coachee) tenga un lugar de total seguridad y aceptación. Un lugar donde puedes hablar libremente sobre esperanzas, miedos, sueños y deseos, sin juzgar. Este entrenador de coach/coachee en las primeras sesiones es el que tiene lugar el reconocimiento. Es el lugar de grandes posibilidades, puede describirse como un terreno fértil para comenzar a germinar la vida que espera tener, sentando las bases para todo lo que desea ser.

Para germinar mejor, el coach utiliza técnicas que reconocen y alientan al coachee a desarrollar confianza y proporcionar un ambiente seguro. Ser un buen oyente es la habilidad más importante en la conversación para una germinación efectiva. Saber escuchar es interpretar lo que dice el cliente sin ningún juicio y apego. La confianza e intimidad entre el coach y el coachee se construyen diariamente. Un coach capacitado podrá hacer preguntas poderosas y proporcionar una valiosa profundidad y aclaración que refleje la percepción de autodescubrimiento.

Fase 2 — Raíces
Esta etapa de la relación coach/coachee es una en la que se exploran más las posibilidades (raíces). Se espera establecer bases esenciales para proporcionar una base sólida. Es seguro plantar el árbol en el mejor ambiente posible para prosperar. Esto se hace en partes, utilizando herramientas para descubrir los valores del coachee. Este paso es muy importante porque, si el árbol no se cultiva con buenas raíces, no producirá el fruto esperado.

En este momento, trabajamos con el cliente para solidificar sus objetivos, siempre en línea con sus valores, estableciendo las etapas de un plan de acción después de discutir las opciones para proceder. Establecemos plazos y medimos los niveles de motivación. Si el nivel de motivación es inferior a 8 en una escala de 1 a 10, exploramos nuevas formas de aumentarlo. Esta fase del “Árbol de la Vida” permite que el coachee salga a la luz del sol, avanzando hacia la vida fructífera que planea tener.

Fase 3 — Tronco
El tronco es la etapa de la relación coach/coachee en la que el cliente tiende a avanzar y crecer más de lo que imagina. El coach reconoce y alienta al coachee a la vez que lo responsabiliza por sus compromisos, lo desafía a lograr objetivos, ejecuta los pasos del plan de acción y mantiene alta su motivación. Es posible que aparezcan algunos obstáculos. Con cada crisis u obstáculo que surja, es necesario encontrar la mejor manera de superarlos y extraer lecciones valiosas que fortalezcan el progreso hacia la siguiente etapa: el logro de sus objetivos.

Fase 4 — Frutas
La fruta es la etapa de los objetivos cumplidos. El cliente sentirá que acaba de lograr algo extraordinario, una satisfacción de tener el coraje de abandonar su zona de confort y buscar ayuda para crear la vida que imaginó. El árbol ahora es fuerte, profundamente enraizado en un suelo de buena calidad, en línea con su misión, visión y valores, y principalmente produce fruta. A partir de ese momento, el coachee vive enfocado y estructurado.